Al ungir a Alfredo Pérez Rubalcaba como todopoderoso número dos, el presidente del Gobierno buscaba un escudo que le librara de estar expuesto a la opinión pública día tras día
Un burladero como el que tuvieron todos sus antecesores (sin ir más lejos, José María Aznar dispuso del hoy autodeclarado en rebeldía Francisco Álvarez-Cascos, y Felipe González, de Alfonso Guerra). El líder socialista ya contaba con que el nombramiento se interpretarse también en clave sucesoria, pero no como un abandono de funciones por su parte.
La omnipresencia en los medios del superministro -ahora poniendo firmes a los controladores, ahora mitineando en Cádiz o Valencia- ha extendido, sin embargo, la especie de un José Luis Rodríguez Zapatero escondido y en retirada que su equipo de la Moncloa tratará de desmentir con una extensa agenda de apariciones públicas.
La entrevista que ayer concedió a Onda Cero se enmarca en esa estrategia comunicativa que incluye otra charla en Antena 3 el próximo lunes, además de varias apariciones en medios internacionales, entre ellos uno alemán, país donde se afianza la idea de que España puede ser un lastre para su bienestar económico.
En el terreno institucional, Zapatero presentará el informe anual sobre la economía española en la Moncloa el martes y, el día siguiente, comparecerá junto a su vicepresidente en el homenaje a los agentes de las fuerzas de seguridad fallecidos. Cara a febrero, el jefe del Ejecutivo ha pedido comparecer en el Congreso para contar y «demostrar» que, pese a los recortes, su Gobierno sigue siendo «el que más ha mejorado las políticas sociales», según contó ayer. Además, en las próximas semanas tiene pendiente un viaje a París para participar en un acto económico organizado por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y recibir a la cancillera alemana, Angela Merkel, para celebrar la cumbre bilateral anual.
HASTA EL ÚLTIMO DÍA / ¿Qué quiere transmitir Zapatero con esta reaparición, más allá de responder a críticas que, en todo caso, cree infundadas? Como afirmó en la entrevista radiofónica, el presidente confía en que la sociedad perciba que sigue y seguirá ejerciendo «su responsabilidad hasta el último día», más allá de si opta o no a la reelección.
Zapatero aprovechó también la charla para responder a quienes le acusan de frívolo o juguetón por haber confesado en la copa de Navidad ante un grupo de periodistas que ya había tomado una decisión sobre su continuidad y que se la había comunicado a su esposa y a un dirigente socialista, pero que no iba a hacerla pública hasta que lo creyera oportuno. «No hubo intención», aseguró, solo fue una respuesta inducida después de que, «durante una hora y media», los informadores le preguntaran «25 veces» por el mismo tema.
Interrogado de nuevo por el entrevistador, Carlos Herrera, se produjo este diálogo: «Cuando llegue el momento diré lo que tenga que decir», manifestó el presidente; «Pero usted ya lo sabe, ¿no?», insistió el periodista; «Se puede imaginar que no es un tema que dependa de las circunstancias, sino de las convicciones», respondió Zapatero con una sonrisa de asentimiento. Es decir, que su posible adiós no depende ni de la evolución de la economía ni de los resultados de las municipales y autonómicas. Habrá que esperar para saber qué convicciones le han llevado a tomar la misteriosa decisión, aunque al presidente del Congreso, José Bono, le confesó al inicio de su mandato que solo estaría un máximo de ocho años en la Moncloa.
LA MISMA LEGITIMIDAD QUE ÉL TUVO / Sobre el sistema de elección del hipotético sucesor, no se pronunció. Solo apuntó el deseo de que tenga «la misma legitimidad» que él ha tenido para dirigir el partido. Y, sobre los nombres, consideró «buenos» todos los que el entrevistador le puso encima de la mesa: a saber, Rubalcaba y los ministros José Blanco (Fomento) y Carme Chacón (Defensa).
Al líder del PP, Mariano Rajoy, le dio la razón cuando este afirmó que le daba igual el nombre de su rival. «Es verdad que da igual para que a lo mejor él no gane», contratacó Zapatero. Y es que el presidente parece haber decidido echar el resto, como mínimo hasta el fin de la legislatura. Aunque los sondeos auguran una debacle, él no cejará en el intento de demostrar a los votantes de que ha llevado a cabo las reformas económicas que España necesita mientras ha elevado el nivel de protección social. Aprovechará para explicarlo en la campaña de las elecciones de mayo, en la que participará de «manera normal y habitual». E intentará convencer a la alicaída tropa socialista de que todo es posible. Ayer echó mano de un castizo refrán para resumirlo: «Hasta el rabo todo es toro».
Fuente:eldiario.com
La entrevista que ayer concedió a Onda Cero se enmarca en esa estrategia comunicativa que incluye otra charla en Antena 3 el próximo lunes, además de varias apariciones en medios internacionales, entre ellos uno alemán, país donde se afianza la idea de que España puede ser un lastre para su bienestar económico.
En el terreno institucional, Zapatero presentará el informe anual sobre la economía española en la Moncloa el martes y, el día siguiente, comparecerá junto a su vicepresidente en el homenaje a los agentes de las fuerzas de seguridad fallecidos. Cara a febrero, el jefe del Ejecutivo ha pedido comparecer en el Congreso para contar y «demostrar» que, pese a los recortes, su Gobierno sigue siendo «el que más ha mejorado las políticas sociales», según contó ayer. Además, en las próximas semanas tiene pendiente un viaje a París para participar en un acto económico organizado por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y recibir a la cancillera alemana, Angela Merkel, para celebrar la cumbre bilateral anual.
HASTA EL ÚLTIMO DÍA / ¿Qué quiere transmitir Zapatero con esta reaparición, más allá de responder a críticas que, en todo caso, cree infundadas? Como afirmó en la entrevista radiofónica, el presidente confía en que la sociedad perciba que sigue y seguirá ejerciendo «su responsabilidad hasta el último día», más allá de si opta o no a la reelección.
Zapatero aprovechó también la charla para responder a quienes le acusan de frívolo o juguetón por haber confesado en la copa de Navidad ante un grupo de periodistas que ya había tomado una decisión sobre su continuidad y que se la había comunicado a su esposa y a un dirigente socialista, pero que no iba a hacerla pública hasta que lo creyera oportuno. «No hubo intención», aseguró, solo fue una respuesta inducida después de que, «durante una hora y media», los informadores le preguntaran «25 veces» por el mismo tema.
Interrogado de nuevo por el entrevistador, Carlos Herrera, se produjo este diálogo: «Cuando llegue el momento diré lo que tenga que decir», manifestó el presidente; «Pero usted ya lo sabe, ¿no?», insistió el periodista; «Se puede imaginar que no es un tema que dependa de las circunstancias, sino de las convicciones», respondió Zapatero con una sonrisa de asentimiento. Es decir, que su posible adiós no depende ni de la evolución de la economía ni de los resultados de las municipales y autonómicas. Habrá que esperar para saber qué convicciones le han llevado a tomar la misteriosa decisión, aunque al presidente del Congreso, José Bono, le confesó al inicio de su mandato que solo estaría un máximo de ocho años en la Moncloa.
LA MISMA LEGITIMIDAD QUE ÉL TUVO / Sobre el sistema de elección del hipotético sucesor, no se pronunció. Solo apuntó el deseo de que tenga «la misma legitimidad» que él ha tenido para dirigir el partido. Y, sobre los nombres, consideró «buenos» todos los que el entrevistador le puso encima de la mesa: a saber, Rubalcaba y los ministros José Blanco (Fomento) y Carme Chacón (Defensa).
Al líder del PP, Mariano Rajoy, le dio la razón cuando este afirmó que le daba igual el nombre de su rival. «Es verdad que da igual para que a lo mejor él no gane», contratacó Zapatero. Y es que el presidente parece haber decidido echar el resto, como mínimo hasta el fin de la legislatura. Aunque los sondeos auguran una debacle, él no cejará en el intento de demostrar a los votantes de que ha llevado a cabo las reformas económicas que España necesita mientras ha elevado el nivel de protección social. Aprovechará para explicarlo en la campaña de las elecciones de mayo, en la que participará de «manera normal y habitual». E intentará convencer a la alicaída tropa socialista de que todo es posible. Ayer echó mano de un castizo refrán para resumirlo: «Hasta el rabo todo es toro».
Fuente:eldiario.com
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