EL SEMANAL DIGITAL.COM
2 de enero de 2011
Esta semana presentará una nueva formación que le cerrará las puertas del partido en el que ha militado 34 años y le alejará de Aznar, Aguirre, Arenas, Mato y Pons.
2 de enero de 2011
Esta semana presentará una nueva formación que le cerrará las puertas del partido en el que ha militado 34 años y le alejará de Aznar, Aguirre, Arenas, Mato y Pons.
El mensaje de Rajoy ha sido claro: "Aquí mando yo". Su fama como killer político aumenta. Por más que las cosas no sean tan simples como un titular. El no a Francisco Álvarez Cascos para ser candidato de su partido en Asturias es sobre todo un guiño a la opinión pública de que este PP --salido del Congreso de Valencia de junio de 2008-- es un partido renovado y más moderado que el de la última legislatura de Aznar y que aquel que el mismoMariano Rajoy lideró hasta la derrota de marzo de 2008 de la mano de Ángel Acebes y Eduardo Zaplana. Busca parecerse al joven y centrado Partido Popular que ganó en 1996. Este es el nuevo partido que desea Rajoy, claro; patroneado por dos mujeres que saben bien dónde quieren ir como María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría.Ciertamente, el varapalo sin disimulos que se ha llevado quien fuera histórico "general secretario" no es pequeño. Tanto que pocas horas después decidió darse de baja del partido en el que militó durante 34 años y esta misma semana anunciará que va a competir electoralmente contra sus ex compañeros. Unos en el PP dirán que lo que le ha ocurrido se lo tiene merecido por haber actuado "con egoísmo" como "elefante en una cacharrería" contra sus "compañeros" después que el partido se lo dio todo, hasta hacerle vicepresidente del Gobierno; otros, por el contrario, afirmarán que ha sido un suplicio innecesario para un histórico dirigente; seguramente, Cospedal y Sáenz de Santamaría explicarán que "él se lo ha buscado" por lanzarse al juego de las críticas personales "machistas" desde que ambas mujeres llegaron a sus respectivas responsabilidades orgánicas. Ya se sabe: la venganza se sirve fría. De lo que no cabe duda --permítanme la auto cita-- es que como en este mismo espacio se publicó el 18 de julio de 2010, "Cospedal devolvió a Cascos su condición de juguete roto del pasado". Los secretarios generales en el PP mandan mucho y Cascos, que lo fue, debería haberlo recordado.Porque no le den más vueltas. Por supuesto, Rajoy ha sido quien en definitiva ha vuelto su pulgar para que Cascos pase de nuevo a descansar en el Panteón de Hombres Ilustres del PP, pero la victoria interna es la de una corriente que empuja la secretaria general desde la Torre de Marfil de la calle Génova. Una línea que ha apostado por dirigentes modernos como Alberto Núñez Feijoó en Galicia, José Ramón Bauzá en Baleares, Santiago Cervera en Navarra, José Antonio Monago en Extremadura, Ignacio Diego en Cantabria,Antonio Basagoiti en el País Vasco, Alicia Sánchez Camacho en Cataluña y, ahora,Isabel Pérez-Espinosa en Asturias. Una transformación, que ha dado la vuelta al PP, representada sobre todo por dirigentes a nivel nacional como María Dolores de Cospedal,Soraya Sáenz de Santamaría y Esteban González Pons, aunque este último haya perdido la brújula por enredarse en los juegos de influencia de Ana Mato y Javier Arenas.La cara del dóberman que asustaA año y medio de las elecciones generales los ciudadanos siguen considerando al PP un partido muy de derechas. Tal cuestión preocupa al equipo de Rajoy. Una información publicada en El Semanal Digital por su corresponsal política, Ana Isabel Martín Almaraz, ponía de relieve que en los sondeos que manejan en el cuartel general de los populares los ciudadanos colocan al partido --en una escala del 1 al 10, donde el 1 es la extrema izquierda y el 10 la extrema derecha— en el 7,8, es decir más alejado del 5,5 que representa el centro que el PSOE, al que los encuestados sitúan en el 4,5.Desde que Mariano Rajoy recompuso su núcleo duro tras la derrota del 9-M de 2008, siempre ha mantenido que para llegar a La Moncloa era forzoso romper el techo electoral, es decir superar con holgura los casi 10,3 millones de votos que obtuvo entonces. Se trataría por tanto de que el votante moderado, el de centro, se decante mayoritariamente por el PP. Así no tendrían que encomendarse a las cifras de abstención para batir al PSOE. Aunque en este instante los sondeos marquen que al menos un millón de los electores que en 2008 se decantaron por Zapatero apostarían por Rajoy, el Partido Popular sabe que hasta 2012 debe moderar la imagen que proyecta, más todavía si busca vencer respaldado por la mayoría absoluta. En este sentido, el empuje que Cospedal ha mostrado en el manejo para la renovación PP ha sido decisivo. Porque difícilmente se hubiese conseguido un centro-derecha a la altura de las demandas ciudadanas en estos momentos delicados que vive España para poder vencer sin traspasar las paredes de las sedes. "¿Alguien se imagina el retroceso que supone en el espíritu renovador tener a Cascos de cartel electoral en mayo?", se preguntaba un importante dirigente del PP mientras todavíaRajoy desojaba la margarita asturiana. Porque Francisco Álvarez Cascos –y en esto ni afirmo ni niego, simplemente expongo-- para millones de españoles es la cara de la derecha del dóberman que asusta. Seguramente, el ministro plenipotenciario, Alfredo Pérez Rubalcaba se habría frotado las manos de encontrarse de nuevo en el fragor de la campaña electoral con su viejo amigo ex "general secretario" del PP. Pues bien, su gozo en un pozo.
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