Málaga y Valencia comparten la aspiración de reconvertir los terrenos de la playa de vías ferroviarias en espacios de uso ciudadano. La línea Madrid-Málaga, a falta de conexiones fundamentales, ha reactivado el turismo cultural, el comercio y los negocios. La capital de la Costa del Sol es el espejo donde Valencia podría mirarse.
HORTENSIA GARCÍA, VALENCIA La llegada del tren de Alta Velocidad a Málaga el 23 de diciembre de 2007, víspera de Nochebuena, fue recibida con grandes fastos. La entonces ministra de Fomento, la malagueña Magdalena Álvarez, se volcó con la nueva infraestructura que supuso la construcción de una nueva estación casi en pleno centro de Málaga. La terminal María Zambrano -levantada sobre la antigua estación de ferrocarril- se completó con un hotel de cuatro estrellas que lleva el sello de Mariscal.
El aeropuerto de Málaga, el cuarto de España, se ha resentido ya que ha perdido el 27% de viajeros que realizan el trayecto Madrid-Málaga. Al igual que en Málaga, en Valencia también está previsto que el tren robe pasajeros al avión. El AVE es un medio indudablemente más cómodo porque ahorra al viajero los penosos controles de seguridad y las interminables esperas del avión.
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